Hace más de 15 años que me dedico a la salud de la mujer. He estado en diferentes laboratorios de salud con proyectos super interesantes, para mejorar la vida de las personas. Y siempre me he dado cuenta que el abordaje de la salud femenina se hacía desde posiciones de toma de decisiones masculinas. No es malo, hay excelentes profesionales hombres. Pero es como traducir todo el rato algo. Tienes que estar explicando qué siente, qué sucede, cómo se vive. Así que la pandemia me dió la oportunidad de mirar hacia dentro, ver qué faltaba y diseñar una respuesta a las necesidades de la mujer, desde una visión femenina. Que la mujer siempre esté en el centro, que tenga todas las herramientas, que nos adaptemos a nuestras propias necesidades. Porque todas las personas somos diferentes, pero compartimos algunos rasgos característicos. Las mujeres solemos priorizar el bienestar de los demás, de nuestro entorno. Y eso nos penaliza. En la calidad de vida por ejemplo. Hay que dedicar espacio y tiempo a nosotras mismas para estar bien. Después tendremos tiempo, energías y espacio para lo demás, si nos apetece.