Ardor de estómago
El ardor de estómago o pirosis aparece cuando el jugo gástrico del estómago asciende desde estómago hacia el esófago.
El pH del jugo gástrico debe oscilar entre 1,5 y 2,2. Esta acidez tan alta la proporciona el ácido clorhídrico y es necesaria para que la pepsina descomponga las proteínas. Se trata de la sustancia más ácida del organismo.
El pH se mide en una escala que va del 0 al 14, considerándose un pH de 7 neutro en dicha escala y cuanto menor es el número mayor es la acidez. Por el contrario, hablamos de alcalosis cuanto mayor es la numeración. Nuestro pH sanguíneo se encuentra entre 7.35 y 7.45 pero de esta alteración del pH sanguíneo hablaremos en otro artículo.
La pirosis se presenta cuando los jugos gástricos del estómago ascienden hacía el esófago. Se trata de una sensación muy desagradable que nos provoca ardor, incluso en la faringe y en la boca en el caso de reflujo o regurgitación nocturna. La función del esófago es la de transportar el bolo alimenticio, resultado de la masticación, a través de sus dos esfínteres, el superior o cricofaríngeo y el inferior o cardias, situado éste en el epigastrio y que comunica con el estómago. Así como el estómago está revestido de una mucosa que lo hace invulnerable a los ácidos gástricos por él segregados, el esófago no dispone de ninguna protección, de ahí esa quemazón.
La pirosis no es una enfermedad, pero sí es un indicador de que llevamos una mala higiene alimentaria o una dieta no saludable. También puede ser consecuencia de una disfunción del esófago o de alguna enfermedad sistémica. Pero la causa más habitual de acidez de estómago puede ser una úlcera péptica, que se puede localizar en la pared del estómago o en la parte más proximal del duodeno, justo después del conducto pilórico. Si persiste esta acidez en el tiempo y/o va acompañada de sangre, lo más recomendable es acudir al médico para un diagnóstico preciso con las pruebas y exploraciones correspondientes.
POSIBLES CAUSAS DE ACIDEZ O PIROSIS:
- Comidas copiosas, grasientas, fritas o muy condimentadas.
- Consumo de café, alcohol o tabaco.
- Algunos fármacos como antidepresivos tricíclicos, el grupo de los AINES (ácido acetilsalicílico, ibuprofeno, etc.), anticolinérgicos, betabloqueantes …
- Hernia de hiato: es una protusión de la parte más proximal o superior del estómago a través del orificio que lleva ese nombre situado en el diafragma y que separa la cavidad abdominal del tórax.
- Estrés.
- Enfermedades sistémicas autoinmunes como la esclerodermia, la vasculitis gastrointestinal, etc.
TRATAMIENTO NO FARMACOLÓGICO
En principio el tratamiento no farmacológico irá encaminado a corregir los malos hábitos alimenticios y a eliminar alimentos y sustancias que favorezcan el reflujo.
Una vez realizado el diagnóstico el médico indicará el tratamiento y si será necesario un procedimiento ambulatorio o quirúrgico en función del caso. La inmensa mayoría de los reflujos gastroesofágicos no tienen una causa grave pero es de vital importancia una actuación temprana. Es importante que la cena sea muy ligera y no acostarnos con el estómago lleno, también ayuda estar acostados con una inclinación de entre 15 y 20 grados.
La acidez de estómago puntual se puede paliar con infusiones digestivas y espasmolíticas, diferentes plantas y mucílagos pueden tener un efecto calmante como pueden ser el aloe vera, la regaliz, el malvavisco, la melisa, la cebada, la manzanilla. Si la acidez es a consecuencia del estrés, se pueden utilizar infusiones relajantes de tila, melisa, lavanda, etc.
La fruta también nos puede ayudar mucho a paliar una acidez de estómago, entre ellas tenemos las manzanas, sandía, pera, plátano, el melón, la sandía, la piña, el limón… Éste último contiene un ácido muy débil que, al juntarse con el ácido clorhídrico del estómago, se convierte en una base. La manzana contiene pectinas que contrarrestan el daño producido por los jugos gástricos y el jengibre ayuda puesto que combate a la bacteria H. Pylori.
TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO
Antiácidos: Entre estos podemos distinguir los sistémicos, que reaccionan de inmediato en contacto con el ácido clorhídrico disminuyendo la acidez, pero con una duración muy corta. Entre ellos se encuentra uno de los más socorridos, el bicarbonato sódico combinado con el carbonato cálcico. Ambos pueden producir hipernatremia, por lo que no es recomendable que se abuse de ellos, principalmente en pacientes hipertensos o pacientes con insuficiencia renal o insuficiencia del músculo cardíaco. Con los no sistémicos la parte catiónica de la molécula reacciona con el ácido clorhídrico formando una sal que no se absorbe, formando una película protectora en las paredes del estómago y su efecto es más duradero que en el caso de los anteriores. Entre estos últimos tenemos las sales de aluminio, sales de magnesio y las sales de calcio. Como todos tienen en contrapartida que un abuso puede trener efectos indeseables como osteoporosís, hipermagnesemia y cálculos renales, respectivamente.
Tenemos los inhibidores de la bomba de protones como el omeprazol, el pantoprazol, el lansoprazol y otros. El médico o el farmacéutico nos dirá cuál de ellos podemos tomar para impedir la producción de ácido gástrico estimulado por la acetilcolina, la gastrina y la histamina. Son medicamentos bien tolerados y la duración de sus efectos oscila entre uno y cuatro días según de cual hablemos. Pero su consumo reiterado nos puede llevar a una mala absorción del calcio, hierro, vitamina B12 y, por descontado, debemos tener presente la descalcificación a la que nos pueden conducir y los problemas de riñones que podemos llegar a padecer con el tiempo.
Los antihistamínicos H2 rivalizan con la histamina bloqueando sus receptores H2 y provocan la disminución del volumen de ácido gástrico, como por ejemplo la famotidina. También parece ser que colaboran en la cicatrización de la mucosa gastrointestinal.
En todo caso el médico o farmacéutico nos indicará de qué forma debemos consumirlos. Es muy importante no automedicarse y más aún tener unos conocimientos básicos porque en definitiva cada uno es el responsable de su propia salud.
Autor: L.A.E.M.